Los apóstoles, elegidos por Jesús durante su ministerio, no solo fueron sus discípulos más cercanos, sino los compañeros de camino con los que quiso construir una nueva manera de ser comunidad y habitar el mundo. Los incorporó a su misma misión, aquella que el Padre le había encomendado, una misión que brotaba del inmenso amor de Dios por el mundo y cada uno de sus hijos
Jesus escogió a personas de carne y hueso, con sus grandezas y limitaciones. Tenían personalidades variadas e historias de vida muy dispares. Tenían en común ser personas sencillas que se habían experimentado seducidas por la llamada del Maestro. Venían de trabajos diversos, conocedores de lo que supone esforzarse, construir, soñar o fracasar. Entre estos seguidores están los apóstoles pero también otros muchos discípulos y también un grupo de mujeres formaron parte de este grupo muy cercano a Jesús.
En cada uno de ellos descubrió los dones que podía aportar a la misión. En unos era la tenacidad, en otros la facilidad para establecer relaciones, en otros la capacidad reflexiva o el discernimiento… Todo servía para ponerlo al servicio de que otros pudieran encontrarse con el Dios de la vida y del amor
Cuando nos llama y nos envía, el Señor cuenta con nuestras personas, con nuestra historia de vida, personalidad.. pero también con los dones y talentos que nos ha regalado. ¿Cuáles te ha dado a ti? ¿A dónde o con quién puedes ponerlos al servicio?
Algunos dones y talentos al servicio de la misión
Los dones que Dios nos da, son algo regalado, confiado. Nos diferencian de los demás, nos hacen únicos y al mismo tiempo nos permiten establecer sinergias y conexiones con otras personas
Hay dones que tenemos de forma muy espontánea, mientras que otros los vamos descubriendo a través de las experiencias o cuando ponemos nuestros recursos y habilidades en acción.
El don más importante es ser tu mismo, es vivir la conciencia de que tal y como eres, en tu mejor versión, puedes ser un instrumento de la gracia de Dios
Algunos dones y talentos que seguro puedes poner al servicio de la misión:
- El tiempo: expresado en momentos de calidad que son necesarios para amar, servir, hacer sentir a los otros valiosos
- La escucha: atenta, descentrada de ti mismo, gratuita… tratando de sintonizar con lo que el otro vive, siente, sufre o disfruta. A imagen de Jesus que supo escuchar y crear encuentros significativos
- La sabiduría de vida: es compartir con humildad, lo que has descubierto en el camino, tus propios aprendizajes en la vida, en la fe.
- La creatividad: a través del arte, la música, la escritura, el dibujo, o aquellas disciplinas con las que expresas quizá hasta de forma más profunda que con las palabras
- La organización: hay quienes tienen u talento para organizar, planificar, liderar, administrar. ¿Quien te ha dicho que eso no sirve para ser un mejor apóstol o generar acciones apostólicas con otros?
- El don de gentes: es la facilidad para entablar relaciones, para acercarse a los otros y propiciar el encuentro. Es poner al servicio tu simpatía o alegría
- El discernimiento: para intuir posibilidades nuevas, para rastrear por dónde el otro busca y por donde Dino anda rondando en su vida. Es un don para identificar los caminos que abre misteriosamente el Espíritu.
¿Que dones y talentos descubres en ti, en quienes te rodean? ¿Cuáles podrían traer un dinamismo evangelizador mapas valiente y constante?
Conclusión
Ser un nuevo rostro de Iglesia en el corazón el mundo pasa por poner esos dones en acción allí donde estamos. Es vivir el envío de Jesus habitando nuestros propios ámbitos de vida de forma diferente.
Cuando estos talentos los ponemos al servicio junto con otros, se multiplican. Los dones compartidos no solo fortalecen la comunidad, sino que construyen de una manera más fecunda.
Recuerda que hasta que lo que crees que es un don insignificante o demasiado pequeño, en manos de Dios puede ser vehículo de una gracia insospechada.
Te animamos a que te preguntes: en este momento, ¿cómo y dónde puedes poner al servicio de Dios y de la misión encomendada tus dones?