Después de un tiroteo en una escuela que cobró la vida de varios alumnos, dos familias se encuentran algunos años después para tratar de comprender qué sucedió y ver la forma de seguir adelante con su vidas. Por un lado están Richard y Linda, la familia del asesino, y por otro Jay y Gail, la familia de uno de los asesinados. Una película intimista sobre el drama que causa la violencia juvenil. 

POR QUÉ VER ESTA PELÍCULA:

Película entretejida de gestos, miradas y silencios, que pone en un primer plano una experiencia tan humana como es la de la culpa y el perdón.

Te permite adentrarte, desde dos ópticas diferentes, en el proceso que viven dos familias para tratar de superar la muerte de un hijo.

Por la magnífica interpretación de sus actores. 

DOS ESCENAS EN LAS QUE PROFUNDIZAR:

La película transcurre escuchando apenas sólo palabras: de perplejidad, frustración, tristeza, reproche, nostalgia…En un inicio, todo transcurre con una afabilidad artificial entre las dos familias. Poco a poco el dolor, el reproche y la desolación van tomando voz.

Al final, cuando  se empieza a vislumbrar un nuevo amanecer, inicia la canción  “Blessed Be the Tie That Binds” (Bendito el lazo que nos une). La esperanza en el poder reparador del diálogo, y como el perdón permite recomenzar. 

CON UNA MIRADA DE APÓSTOL:

La importancia de la salud mental:

En la película se habla de salud mental: soledad, exclusión, bullying, adicción a los videojuegos ¿Es posible comprender el proceso que lleva a alguien a quitarle la vida a otros y también la propia vida? 

Toma conciencia del papel de toda la sociedad en generar dinámicas de inclusión y  acompañamiento y  de la importancia de detectar los signos de alarma de que alguien necesita ayuda. La salud mental, especialmente de los más jóvenes, ¿es algo que te preocupa? ¿Cómo puedes posibilitar en tu entorno una mayor concienciación sobre este tema?

Abrir procesos de reconciliación

La película nos adentra en lo difícil y doloroso que es a veces afrontar ciertas heridas, pero también en la esperanza y el poder reparador del diálogo. El lugar de encuentro son los salones parroquiales de una iglesia anglicana. Allí, estas dos familias se encuentran física y emocionalmente para hablar de lo sucedido seis años atrás y tratar de sanar las heridas. ¿Será posible el perdón? 

¿Piensas que la fe y la espiritualidad nos permiten afrontar el dolor, la culpa y el perdón desde una nueva perspectiva? ¿Qué necesita hacer la Iglesia para ser un medio que pueda favorecer estos procesos de encuentro?