Cada año, el penúltimo domingo de octubre, la Iglesia celebra el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND). Se lleva celebrando desde 1926 y se organiza desde Obras Misionales Pontificias. Los patronos son San Francisco Javier y Santa Teresita del Niño Jesús. Estos dos santos expresan dos formas de vivir la misión y la dimensión apostólica de la fe.
En esta jornada la Iglesia recuerda cada año la importancia de su labor evangelizadora y misionera. Todos, por nuestro bautismo, participamos de la única misión de la Iglesia, plasmada en diversidad de proyectos, ámbitos o acentos. La misión nace el envío de Jesús, que sigue repitiendo a los discípulos de todos los tiempos: “Id a hacer discípulos entre todos los pueblos ” (Mt 28,19)
En esta jornada se recaudan fondos para las iglesias que no son autosuficientes y necesitan de ayuda económica para hacer de la misión proyectos concretos y reales (instituciones sociales, educativas, etc). En 2021, por ejemplo, se recaudaron más de 63 millones de dólares.
El lema de la jornada de este año es “Corazones ardientes, pies en camino”. La vida de tantos misioneros no se puede entender sin una experiencia donde Dios ha tocado su corazón y lo ha hecho arder, y donde la respuesta a esta llamada ha sido ponerse en movimiento. Esto no solo puede vivirse en lugares lejanos de misión (misión ad gentes), sino también en los propios ámbitos de vida, donde el Señor ha de seguir siendo anunciado.
Para vivir esta jornada el Papa Francisco nos recuerda que “No es posible encontrar verdaderamente a Jesús resucitado sin sentirse impulsados por el deseo de comunicarlo a todos”. Reproducimos aquí el inicio de su carta con motivo de esta jornada mundial.:
“Queridos hermanos y hermanas. Para la Jornada Mundial de las Misiones de este año he elegido un tema que se inspira en el relato de los discípulos de Emaús, en el Evangelio de Lucas (cf. 24,13-35): “Corazones fervientes, pies en camino”. Aquellos dos discípulos estaban confundidos y desilusionados, pero el encuentro con Cristo en la Palabra y en el Pan partido encendió su entusiasmo para volver a ponerse en camino hacia Jerusalén y anunciar que el Señor había resucitado verdaderamente. En el relato evangélico, percibimos la transformación de los discípulos a partir de algunas imágenes sugestivas: los corazones que arden cuando Jesús explica las Escrituras, los ojos abiertos al reconocerlo y, como culminación, los pies que se ponen en camino. Meditando sobre estos tres aspectos, que trazan el itinerario de los discípulos misioneros, podemos renovar nuestro celo por la evangelización en el mundo actual”