El pasado domingo 18 de agosto, la Iglesia Católica celebró la beatificación de cuatro mártires en la República Democrática del Congo: tres misioneros javerianos italianos y un sacerdote congoleño. Luigi Carrara, Giovanni Didoné, Vittorio Faccin y Albert Joubert perdieron la vida en noviembre de 1964 durante un periodo de intensa persecución.

El Papa Francisco presidió la ceremonia de beatificación destacando la vida de entrega de estos mártires al servicio de Dios y de sus hermanos. “Su martirio ha sido la coronación de una vida dedicada al Señor y a los hermanos. Que su ejemplo e intercesión puedan favorecer caminos de reconciliación y de paz por el bien del pueblo congoleño.”

Durante la homilía, el Cardenal Ambongo subrayó el significado de la beatificación, afirmando: “Al declarar oficialmente beata a una persona, la Iglesia reconoce y confiesa que la muerte física no ha vencido y que Dios no ha abandonado a sus servidores”. Añadió que los mártires no son seres extraordinarios, sino cristianos que vivieron su fe de manera excepcional, “mostrando fidelidad a Dios y a su palabra en un ambiente a veces hostil“.

En la década de 1960, los guerrilleros que profesaban religiones tradicionales veían a la Iglesia Católica como enemiga. A pesar de este clima de violencia y persecución, los cuatro mártires decidieron permanecer en el Congo para continuar con su misión evangelizadora.

El hermano Vittorio Faccin dedicó su vida al cuidado de los enfermos. El P. Luigi Carrara se dedicó a la educación y al acompañamiento espiritual en Baraka. El P. Giovanni Didoné destacó por su incansable servicio y amor por los más necesitados, siendo un pilar espiritual en Fizi. El P. Albert Joubert trabajó en varias diócesis antes de establecerse en Fizi, donde se dedicó principalmente a la pastoral escolar, siempre dispuesto a enfrentar las adversidades.

Esta beatificación es la segunda en la historia de la República Democrática del Congo, después de la de la hermana Marie-Clémentine Anuarite Nengapeta en 1985. Los cuatro mártires son recordados como auténticos apóstoles en la frontera, que con valor y firmeza llevaron la fe a los lugares más difíciles.