El ámbito de trabajo, donde en cierta medida pasamos gran parte de la vida, es para el cristiano no un lugar fruto del azar, sino un espacio donde  descubrimos que Dios nos confía personas, proyectos, tareas… En el trabajo también podemos poner al servicio de los demás y del mundo las  habilidades y talentos que Dios nos ha dado.

El ámbito laboral es un espacio propicio para anunciar la buena noticia, siendo signos visibles de la presencia de Dios que habita el mundo. Es un lugar privilegiado donde podemos acercaros a quienes más alejados están de Dios y peor lo están pasando. Eso hacía Jesús cuando recorría los distintos lugares. 

Jesús nos muestra qué supone hacer del lugar de trabajo un ámbito de misión, cuando escuchamos en el evangelio: “Subió a una de las barcas, que era la de Simón, y le pidió que se alejara un poco de la orilla; luego se sentó y empezó a enseñar a la multitud desde la barca.” El lugar de trabajo de Pedro se convirtió en un espacio donde la palabra de Jesús podía ser anunciada y escuchada por otros. Jesús contó con Pedro para crear las condiciones que posibilitaran que El pudiera hacerse cercano a sus compañeros. 

Anunciar el evangelio en el trabajo implica sentirnos enviados a hacer de este ámbito un espacio de misión. Esto implica estar atentos, dejarnos alcanzar por lo que viven los demás, desear intensamente que aquellos con los que habitualmente convivo, puedan tener un encuentro personal con el Señor que transforme sus vidas. Es una invitación a ser un evangelio vivo, a visibilizar a Dios que ya está presente, a ser portadores de esperanza, aliento, cercanía o inclusión. El aprendiz de apóstol contempla el lugar de trabajo como un regalo de Dios, un lugar privilegiado en el que el Padre desea llegar a todos y por medio de nuestras personas.

¿Cómo anunciar el evangelio en el trabajo?

Podemos tomar de referencia los encuentros que el Señor tenía para anunciar la buena nueva del Reino. Entre ellos, podemos destacar especialmente esos espacios en los que tenía encuentros personales con las personas a las que quería llegar o cómo suscitaba grupos como el de sus discípulos. 

  • Encuentros personales o de Tú a Tú. Tener encuentros personalizados con  compañeros de trabajo donde podamos conocer y acompañar sus inquietudes y búsquedas.. hablar del tema de la fe desde la cercanía y la vida cotidiana. Compartir desde dónde nos situamos ante las circunstancias, nuestra mirada y comprensión sobre la realidad 
  • Suscitar grupos. Convocar a un grupo para aprender a orar, para crecer en la fe  o simplemente compartir sobre temas en común. Se trata de crear espacios comunitarios cálidos que propicien encuentros, diálogos profundos, experiencias de fraternidad

El anuncio del evangelio en el trabajo es un don y el Señor cuenta con nosotros. Requiere poner nuestra pobreza en sus manos y vivir en la confianza de que nuestra presencia puede ser significativa.