Dar testimonio forma parte de lo más propio y especifico del aprendiz de apóstol. En su vida, Jesús dio testimonio del Padre y de lo que suponía vivir realmente en amistad y comunión con El. Dio testimonio de un estilo de vida que nacía de poner a Dios en el centro y ejercer la misericordia como una misión.
A lo largo de su vida pública, Jesús fue instruyendo a los discípulos y apóstoles para que también ellos dieran testimonio. Lo más importante fue ver al mismo Jesús ejerciéndolo, pero sin duda sus enseñanzas quedaron en la memoria del corazón.
Muchos personajes bíblicos dieron testimonio de lo que había supuesto la presencia y la acción de Jesús en sus vidas. Dio testimonio Andrés con su hermano Simón Pedro; dio testimonio la samaritana, dejando el cántaro y saliendo a comunicar lo vivido junto al pozo; dieron testimonio tantas personas sanadas por Jesús al descubrir que El les había transformado la vida.
Qué implica dar testimonio
Dar testimonio tiene que ver con transmitir la fe. Parte de la certeza de que lo recibido por parte de Dios es para comunicar y compartir. Dar testimonio implica dar un paso en exponernos, y estar dispuestos a hacerlo de manera pedagógica, desde donde el otro se encuentra, paso a paso. En la primera carta de Juan se nos dice: “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan1, 3). Dar testimonio plasma esta experiencia.
No damos testimonio de cualquier manera. Necesitamos vivir y creer aquello que proclamaremos. De nada vale un testimonio si no nace de la búsqueda de una coherencia de vida, si no brota de un deseo de compartir aún sabiéndonos en camino.
El aprendiz de apóstol ha de saber dar testimonio en un mundo plural y complejo. No valen fórmulas que aprender y repetir. Necesitamos responder al contexto que nos rodea y saber dar testimonio a nuestros contemporáneos, con las preguntas y búsquedas que caracterizan al hombre de hoy.
Por eso, para dar testimonio necesitamos aprender a escuchar, a amar las personas y ser capaces de ponernos en su lugar.
El Señor nos invitó a ser sus testigos y nos brinda las herramientas para hacerlo. Antes de ascender al cielo, prometió enviarnos el Espíritu Santo para pudiéramos sentirnos impulsados por su fuerza y acompañados por sus dones. Todo esto, para ser sus testigos “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch1,8), es decir en en todo tiempo y lugar.
Aunque nuestro testimonio puede no siempre ser aceptado, tenemos la seguridad de que el Espíritu Santo nos capacita y va por delante de nosotros. No tengamos miedo en confiar, en exponernos, en dar testimonio con sencillez pero al mismo tiempo con valentía
Algunas sugerencias para dar testimonio
- Cultiva la relación con Dios. No puedes dar testimonio de quien no conoces y a quien no amas. Dar testimonio nace de una misión recibida por parte de Dios. Por eso se hace imprescindible escucharla y vivir en amistad con Quien nos ama y envía.
- Se amigo y escucha. Para ar testimonio necesitamos de relaciones genuinas y auténticas. Para dar testimonio es importante conocer y amar a las personas. No solo se trata de palabras, sino sobre todo de saber escuchar y acoger el momento que el otro vive.
- Reconoce tu debilidad. No puedes dar testimonio a los demás si no reconoces que Tu mismo necesitas ser evangelizado. Cultiva el deseo de autenticidad y busca trabajar tus propias incoherencias.
- Ora al Espíritu Santo para que te abra posibilidades. Cuenta con el Espíritu que es quien trabaja en el corazón de las personas y pone en el apóstol la palabra y el gesto oportuno. No vas solo, vas acompañado de su aliento y presencia. Sé consciente de que vas detrás, no por delante.
- Comparte con humildad. Comparte tu fe con sencillez y humildad, sin considerarte superior ni como quien le hace al otro un favor. La arrogancia nos aleja de los demás. La humildad abre siempre puertas.
- Descubre donde dar testimonio. Puede ser en tu trabajo, en tu familia, con un grupo de personas con las que tienes una responsabilidad (un grupo de catequesis..), con tus amigos. Ser consciente de a quién te diriges, te hará buscar el lenguaje y las formas con la que hacerlo.
Recuerda vivir ese envío desde una comunidad con la que compartir los gozos y dificultades de la misión.. Dar testimonio de tu fe, poder acercar a otros a Dios, es un privilegio. Seamos testigos e instrumentos del amor y las manos de Dios, para llevar a otros la buena noticia del Evangelio.